He llegado tarde a casa, otra vez, he vuelto a beber de los labios del diablo de esa mujer y ya se ha echo de día en la gran ciudad, como los sueños desvelados que aun no recordamos del ayer, quien sabe si fuimos felices en realidad, o si ni tan siquiera lo volveremos a ser, temo que no lo sabré de nuevo hasta el anochecer, pero volveré a olvidarme de grabar mis ronquidos y de poner una bonita postura de placer.
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